sábado, 28 de junio de 2014

Caza del Tesoro: "Sistema Solar"

I.          Interrogantes varias:

1.     ¿Qué es el Sistema Solar?

Uno de tantos sistemas planetarios. Estos son muy diversos: los hay binarios, en los que dos estrellas giran en torno a un eje gravitatorio común, con planetas y otros cuerpos siderales orbitándolas. Hay otros que cuentan con un sólo planeta alrededor de una estrella moribunda. Algunos ostentan más planetas que el nuestro. Sin embargo, el que nos compete está compuesto de planetas, lunas, planetoides, asteroides, cometas, entre otros objetos cósmicos en traslación en torno a la estrella local, el Sol.

2.     ¿Cuántos planetas hay en el Sistema Solar y cómo se llaman?

Desde 2006, actualmente sólo hay 8, 4 telúricos (terrestres) y 4 jovianos (gaseosos), ambos grupos separados por el cinturón de asteroides, anillo intermitente de rocas vestigiales producto de la formación del Sistema Solar. El orden tradicional los posiciona de acuerdo a su distancia al Sol. Iniciando con Mercurio, luego, Venus, seguido de la Tierra y Marte. Después continúan Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno.

3.     ¿Cómo los diferenciamos?

Considerando algunas características generales y específicas. Por ejemplo, tamaño, composición, distancia, período orbital, color, número de lunas, proximidad al Sol, etc. Ahora bien, en términos someros, los hay de dos tipos: rocosos y atmosféricos. Los primeros tienden a ser de tamaño moderado, los últimos, gigantescos. Mercurio es el más pequeño y carece de lunas; Júpiter, en cambio, es el más grande y alberga el mayor número de lunas, una 63. Venus, el segundo desde el Sol, es el más caluroso, debido a un efecto invernadero descomunal; tiene un tamaño aproximado a nuestro planeta. La Tierra, con la luna relativamente más voluminosa, está ubicado en la zona “ricitos de oro”, lo que le confiere la ventaja de contener agua en los tres estados de agregación material. Saturno es el “Señor de los Anillos” y el segundo en tamaño y en cantidad de satélites. Urano y Neptuno, azules, son muy similares, aunque son los más lejanos.

4.     ¿Cómo y cuándo se formó la Tierra?

La Tierra se formó hace aproximadamente 4,500 millones de años y la vida surgió unos mil millones de años después. El material más antiguo del Sistema Solar se formó hace 4,5672 ± 0,0006 millardos de años, y en torno a unos 4,550 millones de años atrás (con una incertidumbre del 1%) se habían formado ya la Tierra y los otros planetas del Sistema Solar a partir de la nebulosa solar; una masa en forma de disco compuesta del polvo y gas remanente de la formación del Sol. Este proceso de formación de la Tierra a través de la acreción tuvo lugar mayoritariamente en un plazo de 10-20 millones de años. La capa exterior del planeta, inicialmente fundida, se enfrió hasta formar una corteza sólida cuando el agua comenzó a acumularse en la atmósfera. La Luna se formó poco después, hace unos 4,530 millones de años.

5.     ¿Por qué se le llama “planeta azul”?

Debido al color predominante cuando es vista desde el espacio. Dicha tonalidad es consecuencia directa de dos factores: el agua oceánica y la atmósfera. Cerca del 70,8% de la superficie terrestre está cubierta por agua. Los océanos de la Tierra ocupan un volumen de alrededor de 1,3 millones de kilómetros cúbicos, que es el 95 por ciento de toda la superficie habitable del planeta. Por otro lado, la atmósfera se compone predominantemente de nitrógeno y oxígeno, gases que dispersan la luz solar refractando la onda electromagnética azul.

6.     ¿Qué envuelve la Tierra y para qué sirve?

Una capa gaseosa de unos 10,000 Km de altura máxima, desde la superficie oceánica o la litosfera. Su composición es variable: principalmente de un 78% de nitrógeno y un 21% de oxígeno, con trazas de vapor de agua, dióxido de carbono y otras moléculas gaseosas. La atmósfera terrestre no tiene unos límites definidos, haciéndose poco a poco más delgada hasta desvanecerse en el espacio exterior. 3/4masa atmosférica está contenida dentro de los primeros 11 km de la superficie del planeta. Esta capa inferior se llama troposfera. Destacan varias funciones, cada una determinada por una característica específica de la atmósfera. 1. Regulación del clima global: la energía del Sol calienta troposfera y la superficie bajo ésta, causando la expansión del aire. El aire caliente se eleva debido a su menor densidad, siendo sustituido por aire de mayor densidad, es decir, aire más frío. Esto da como resultado la circulación atmosférica que genera el tiempo y el clima a través de la redistribución de la energía térmica. 2. Suministro de gases metabólicos: la biosfera de la Tierra ha alterado significativamente la atmósfera. La fotosíntesis oxigénica evolucionó hace 2700 millones de años, formando principalmente la atmósfera actual de nitrógeno-oxígeno. Este cambio permitió la proliferación de los organismos aeróbicos, así como la formación de la 3. Capa de ozono que bloquea la radiación ultravioleta proveniente del Sol, permitiendo la vida fuera del agua. 4. Moderación de la temperatura: este último fenómeno se conoce como el efecto invernadero: trazas de moléculas presentes en la atmósfera capturan la energía térmica emitida desde el suelo, aumentando así la temperatura media. El dióxido de carbono, el vapor de agua, el metano y el ozono son los principales gases de efecto invernadero de la atmósfera de la Tierra. Sin este efecto de retención del calor, la temperatura superficial media sería de -18 °C y la vida probablemente no existiría. 5. Escudo contra los meteoros: la fricción de estos al entrar en contacto con la atmósfera a velocidades elevadísimas genera calor, lo que los incinera. De no existir, ya vida se hubiese extinguido por los incontables impactos por colisiones. 6. Otras funciones importantes de la atmósfera para la vida en la Tierra incluyen el transporte de vapor de agua y proporcionar gases útiles.

7.     ¿Cómo defines: sol, planetas, satélites, estrellas, galaxias, constelaciones y agujeros negros?

ü  Sol: es una estrella del tipo espectral G2 que se encuentra en el centro del Sistema Solar y constituye la mayor fuente de radiación electromagnética de este sistema planetario. Por sí solo, representa alrededor del 99,86% de la masa del Sistema Solar. Cada segundo, este astro transforma 700 millones de toneladas de hidrógeno en cenizas de helio, liberando una inmensa cantidad de energía.
ü  Planeta: según la definición adoptada por la Unión Astronómica Internacional el 24 de agosto de 2006, es un cuerpo celeste que: 1 orbita alrededor de una estrella o remanente de ella; 2 tiene suficiente masa para que su gravedad supere las fuerzas del cuerpo rígido, de manera que asuma una forma en equilibrio hidrostático (prácticamente esférica); 3 ha limpiado la vecindad de su órbita de planetesimales (o lo que es lo mismo, tiene dominancia orbital). Los objetos parecidos que no se ajusten a tales características son satélites (lunas) y/o planetoides (planetas enanos). Los cuerpos que giran en torno a otras estrellas se denominan generalmente planetas extrasolares o exoplanetas.
ü  Estrella: en sentido general, es todo objeto astronómico que brilla con luz propia; mientras que en términos más técnicos y precisos podría decirse que se trata de una esfera de plasma que mantiene su forma gracias a un equilibrio hidrostático de fuerzas. El equilibrio se produce esencialmente entre la fuerza de gravedad, que empuja la materia hacia el centro de la estrella, y la presión que ejerce el plasma hacia fuera, que, tal como sucede en un gas, tiende a expandirlo. Estas esferas de gas emiten tres formas de energía hacia el espacio, la radiación electromagnética, los neutrinos y el viento estelar y esto es lo que nos permite observar la apariencia de las estrellas en el cielo nocturno como puntos luminosos y, en la gran mayoría de los casos, titilantes. Debido a la gran distancia que suelen recorrer, las radiaciones estelares llegan débiles a nuestro planeta, siendo susceptibles, en la gran mayoría de los casos, a las distorsiones ópticas producidas por la turbulencia y las diferencias de densidad de la atmósfera terrestre.
ü  Galaxia: conjunto de estrellas, nubes de gas, planetas, y polvo cósmico unidos gravitatoriamente. La cantidad de estrellas que forman una galaxia es incontable, desde las galaxias enanas, con 107, hasta las galaxias gigantes, con 1014 estrellas. Formando parte de una galaxia existen subestructuras como las nebulosas, los cúmulos estelares y los sistemas estelares múltiples.
ü  Constelación: agrupación convencional de estrellas, cuya posición en el cielo nocturno es aparentemente invariable.
ü  Agujero negro: región finita del espacio en cuyo interior existe una concentración de masa lo suficientemente elevada para generar un campo gravitatorio tal que ninguna partícula material, ni siquiera la luz, puede escapar de ella.

8.     ¿Conoces algún viaje espacial? ¿Cómo se llama?

ü  Sputnik 1, primer ingenio humano en órbita terrestre
ü  Sputnik 2, primer ser vivo en el espacio
ü  Vostok 1, primer hombre en órbita en torno a la Tierra
ü  Voskhod 2, primer paseo espacial
ü  Apolo XI, hombres en la Luna
ü  Soyuz TM32, el primer turista espacial

II.          La Gran Pregunta:

1.     ¿Por qué la tierra es un planeta en el que existe la vida?

La vida en la Tierra jamás habría existido de no ser por una serie de felices “coincidencias”, algunas de las cuales eran desconocidas o mal entendidas hasta el siglo XX. Son de destacar las siguientes:

ü  La ubicación de la Tierra en la galaxia Vía Láctea y en el sistema solar, así como su órbita, inclinación, velocidad de rotación y su singular Luna
ü  Un campo magnético y una atmósfera que forman un doble escudo protector
ü  Ciclos naturales que reabastecen y purifican las reservas de aire y agua

Cuando escribimos nuestro domicilio, ¿qué datos ponemos? Entre otros, el país, la ciudad y la calle. A modo de comparación, la galaxia Vía Láctea sería el “país” de la Tierra, el sistema solar (formado por el Sol y sus planetas) sería la “ciudad”, y la órbita que la Tierra describe dentro del sistema solar sería la “calle”. Gracias a los adelantos de la astronomía y la física, los científicos han aprendido muchísimo sobre las ventajas de nuestra ubicación especial en el universo.
Para empezar, nuestra “ciudad” —el sistema solar— se halla situada en la región ideal de la Vía Láctea, ni muy cerca ni muy lejos del centro. Esta “zona de habitabilidad”, como la denominan los astrónomos, posee la concentración adecuada de los elementos químicos necesarios para la vida. Más allá, dichos elementos escasean; más acá, el vecindario es sumamente peligroso debido a la abundancia de radiación letal y otros factores. Como dice la revista Scientific American, “vivimos en un sector exclusivo”.
La “calle” ideal. No menos “exclusiva” es la “calle”, es decir, la órbita o trayectoria que sigue la Tierra dentro de nuestra “ciudad”, el sistema solar. Dista del Sol 150.000.000 de kilómetros (93.000.000 de millas) y se encuentra dentro de los límites de una zona idónea para el desarrollo de la vida, porque allí los organismos ni se congelan ni se chamuscan. Además, por ser casi circular, nos mantiene más o menos a la misma distancia del astro rey todo el año.
El Sol, por su parte, es la “central eléctrica” perfecta: es estable, tiene el tamaño ideal y libera la cantidad exacta de energía. Con razón se dice que es “una estrella muy especial”.
El “vecino” perfecto. Si tuviéramos que escoger un “vecino” para la Tierra, no hallaríamos uno mejor que la Luna. Su diámetro mide algo más de la cuarta parte del de la Tierra. Por lo tanto, comparada con otras lunas de nuestro sistema solar, la nuestra es excepcionalmente grande respecto a su planeta anfitrión. ¿Mera coincidencia? No parece.
En primer lugar, la Luna es la principal causa de las mareas oceánicas, tan vitales para la ecología del planeta. Además, su presencia estabiliza la orientación del eje terrestre. Sin su satélite hecho a la medida, nuestro planeta se bambolearía como un trompo y quizás hasta se volcara y girara acostado. Los cambios que se producirían en el clima y las mareas, entre otros, serían catastróficos.
Inclinación y rotación perfectas. La Tierra tiene una inclinación de aproximadamente 23,4°, lo que da lugar al ciclo anual de las estaciones, modera las temperaturas y permite una amplia variedad de zonas climáticas. “La inclinación del eje terrestre parece ser la ‘idónea’”, señala el libro Rare Earth—Why Complex Life Is Uncommon in the Universe (Tierra rara: por qué la vida compleja es tan escasa en el universo).
“Idónea” es también la duración del día y la noche, que resulta de la velocidad de rotación de la Tierra en torno a su eje. Si fuera mucho más lenta, los días serían más largos y la cara del planeta que da al Sol se abrasaría, mientras que la otra se congelaría. Al revés, si la Tierra girara mucho más deprisa, los días durarían menos, quizás unas cuantas horas, y se generarían vientos huracanados incesantes y otros fenómenos muy perjudiciales.
El espacio es un lugar peligroso a causa de la radiación letal y de los meteoroides que lo surcan constantemente. Pese a ello, nuestro planeta azul viaja por esta “caseta galáctica de tiro al blanco” sin sufrir apenas daño. ¿Cómo lo logra? Gracias a que está blindado por un potente campo magnético y una atmósfera hecha a la medida.
El campo magnético. El núcleo de la Tierra es una esfera giratoria de hierro fundido, lo que crea un enorme y potente campo magnético que se extiende muchos kilómetros en el espacio. Dicho campo actúa como un escudo que nos protege del impacto directo de la radiación cósmica y de las fuerzas potencialmente letales que emanan del Sol. Entre estas figuran el viento solar, que consiste en un flujo constante de partículas de energía; las erupciones solares, que en minutos liberan una energía equivalente a la que produciría la detonación de miles de millones de bombas de hidrógeno, y las explosiones en la corona, o capa más externa del Sol, que expulsan al espacio miles de millones de toneladas de materia. Hay señales visibles que nos recuerdan la protección que nos brinda el campo magnético terrestre. Por ejemplo, las erupciones solares y las explosiones en la corona del Sol producen intensas auroras polares, fenómenos luminosos de gran colorido que se observan en la atmósfera superior cerca de los polos magnéticos de la Tierra.
La atmósfera. Esta envoltura gaseosa no solo nos permite respirar, sino que también nos ofrece protección extra. Una de sus capas, la estratosfera, se caracteriza por la presencia de una variante del oxígeno llamada ozono, que absorbe hasta el 99% de los rayos ultravioleta. Así pues, la capa de ozono protege de la radiación nociva a las múltiples formas de vida que hay en la Tierra, desde el plancton —del que dependemos para la producción de gran parte de nuestro oxígeno— hasta nosotros los seres humanos. El nivel del ozono estratosférico no es fijo, sino que varía en función de la intensidad de la radiación ultravioleta. En efecto, la capa de ozono constituye un escudo eficaz y dinámico.
La atmósfera también nos defiende del bombardeo diario de millones de objetos procedentes del espacio, que van desde partículas muy finas hasta rocas gigantescas. La gran mayoría se incendia al penetrar en ella, provocando destellos luminosos conocidos como meteoros. Los escudos de la Tierra, sin embargo, no bloquean el paso de la radiación necesaria para la vida, como el calor y la luz visible. La atmósfera contribuye incluso a la distribución térmica en la superficie terrestre, y durante la noche sirve a modo de manta para retardar la fuga de calor hacia el espacio.
La atmósfera y el campo magnético de la Tierra son verdaderas maravillas del diseño que el hombre aún no entiende a plenitud. Lo mismo es cierto de los ciclos que sostienen la vida.

2.     ¿Habrá vida en otros planetas?

La disciplina que estudia la viabilidad y posibles características de la vida extraterrestre se denomina exobiología. El término vida extraterrestre se refiere a las hipotéticas formas de vida que puedan haberse originado, existido o existir todavía en otros lugares del universo, fuera del planeta Tierra. Una porción creciente de la comunidad científica se inclina a considerar que pueda existir alguna forma de vida extraterrestre en lugares donde las condiciones sean propicias, aunque generalmente se considera que probablemente tal vida exista solo en formas básicas.
Debido a tal falta de pruebas a favor o en contra, cualquier enfoque científico del tema toma siempre la forma de conjeturas y estimaciones. Aunque cabe notar que el tema posee también una gran cantidad de teorías informales y paracientíficas, que exceden con facilidad los criterios de cualquier epistemología científica, por ejemplo, haciendo afirmaciones infalsables según el criterio de Popper, y son por tanto consideradas pseudociencias.
A Diciembre de 2012 la lista de exoplanetas potencialmente habitables fue de 7 candidatos: Gliese 581g, Gliese 667Cc, Kepler-22b, HD 40307g, HD 85512b, Gliese 163c y Gliese 581d.